miércoles, 19 de junio de 2013

Siempre Habrá Un Resultado Final

border=0Mi hermano es un hombre que sabe el manejo de la Madera, por muchos años ha trabajado diseñando para casas y oficinas todo tipo de accesorios en este material. Hace algún tiempo mi madre deseaba tener una repisa para el televisor en una de las alcobas de la casa y mi hermano gustosamente se ofreció a crearlo. El trabajo se inició en el garaje, al principio una cantidad de pedazos de madera de diferentes tamaños con mucha herramienta, pero con los días esos maderos empezaron a formar algo que parecían cajones y que en realidad no se veían muy atractivos. Recuerdo que fuimos muchos los que pasamos por ese garaje, bromeamos de lo feo que se veía aquel proyecto y animamos a mi madre a invertir en uno ya hecho.
Sin embargo, al cabo de un mes aproximadamente y para nuestro asombro, aquellos pedazos de madera ahora unidos, pintados y decorados, hacían un set de televisión, perfecto para el espacio que mamá tenía en aquel cuarto. Los comentarios cambiaron, ahora todos alababan el gran trabajo de mi hermano, y cada persona coincidía en afirmar como aquel mueble era exactamente lo que el hogar de mis padres necesitaba.
En medio de la misma conversación nos fue imposible no parar y reflexionar acerca de lo que estaba ocurriendo. Todos aquellos que desconocíamos los planes del carpintero, neciamente nos habíamos burlado no sólo de su capacidad, sino de su obra. Y en la vida diaria hacemos exactamente lo mismo.
Dios que es el carpintero por excelencia, empieza a trabajar en las vidas de quienes así lo desean, pero incrédulamente al no ver los resultados que esperamos, empezamos a dudar de la capacidad de Dios para transformar vidas, sanar, restaurar, liberar, etc. Además en algunos casos cuando una persona emprende su asistencia a la iglesia o inicia su caminar con Dios y no vemos los cambios que esperamos en el tiempo que creemos deberían ocurrir, entonces minimizamos la persona y dudamos de su búsqueda de Dios.
Aquel día aprendí a esperar en el carpintero, aprendí a guardar mis juicios y confiar que el resultado llegará cuando menos lo espere. Sería ideal si todos lográsemos dejar de señalar aquellos en quien Dios está trabajando. Si practicamos el arte de ser pacientes y confiar que así como Dios se tomó y aún se toma el tiempo para trabajar en nuestras imperfecciones, también se tomará el tiempo necesario para trabajar en nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros, y todos aquellos que un día decidieron entregar su vida al maestro de maestros.
Filipenses 1:6 Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Fuente: Cvc la Voz

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